RECETA: Sólo para bulímicos
AUTOR: Carlos Castillo Quintero
1. Ingredientes:
Un lugar de trabajo es fundamental, si es suyo mucho mejor. La actitud natural de la gente que le rodea será siempre la de impedir que usted escriba, así que deshágase de todos. De usted mismo si es impertinente. En última instancia, póngase unos audífonos y aíslese, conéctese con Mózart o Metállica.
Escriba en computador; si no puede, insista con el método caduco que haya venido usando, pero escriba. Tome un curso de sistemas por internet.
Siempre tenga libros cerca: ficción, cultura general, enciclopedias, libros sagrados pero, ante todo, diccionarios. No importa si los lee o no, si los consulta o no. Los libros sacralizan. También puede leerlos.
Si la situación se lo permite, al final de la jornada y sólo al final, invite a un amigo a celebrar el resultado: Johnnie, Jack Daniels o cualquier otro. En últimas tómese una cerveza (fría, desde luego).
2. Preparación:
Siempre será buena idea comenzar por el principio. Así que antes de arrancar decida qué va a escribir: género, tema y demás detalles de una obra de gran aliento.
Cuando esté en plena escritura de un libro no pare, trabaje 30 horas diarias, mátese que eso no es de todos los días, de todas las edades, de todas las épocas. Ya habrá tiempo para dormir en los laureles, en los hoteles, en donde se pueda.
Imprima todo lo que escriba. El disco duro de su PC, la USB y aditamentos similares están habitados por duendes. Tómele una fotocopia a la impresión que haga, por si acaso.
3. Presentación:
Recuerde que usted es escritor. El asunto de publicar tiene que ver con los editores y la cola que arrastran. Pero no se quede esperando a que vengan por usted. Búsquelos, proponga cosas, haga que algún agente literario se enamore (de verdad) de usted. Si no funciona lo anterior, autopublíquese (sólo por una vez), busque una editorial independiente, una editorial universitaria, gánese un concurso. Si nada funciona, monte una web, un blog, inscriba sus libros en una editorial virtual. Recuerde la fábula de la gallina. Si no la recuerda o nunca la ha leído, pues léala enseguida, y así no habrá perdido el tiempo del todo al leer esta receta:
Desde su charco una parlera rana oyó cacarear a una gallina. "Vaya -le dijo- no creyera, hermana, que fueras tan incómoda vecina. Y con toda esa bulla, ¿qué hay de nuevo?" "Nada, sino anunciar que pongo un huevo." "¿Un huevo solo? ¡Y alborotas tanto!" "Un huevo solo; sí, señora mía. ¿Te espantas de eso cuando no me espanto de oírte cómo graznas noche y día? Yo, porque sirvo de algo, lo publico; tú, que de nada sirves, calla el pico."
Puede perdonarse a quien realiza algo útil, que lo pregone; el que nada hace debe callar. (Iriarte).
4. Plato recomendado:
El que alguien cocine para usted especialmente, así no le guste.
VER: Especial RCN - FERIA DEL LIBRO: ¿Cómo cocinar historias?
http://sal.rcn.com.co/especiales/feriadellibro2010/recetas/index.html#section4
Màs que entretenido, diciente.
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