LA LITERATURA ES UN RÍO…
Por: Carlos Castillo Quintero
Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina. Siempre se puede engañar a la gente… Pero en el arte no se puede mentir. Así se expresaba hacia finales del siglo XIX un maestro del cuento, el escritor ruso Antón Chéjov, en una carta sin fecha ni destinatario.
Y quizá la publicación de un libro sea eso: la negación de la mentira o dicho de otra forma, la exposición de la sensibilidad, la creatividad y el pensamiento de un autor –o de varios– a las veleidades del lector, sin la posibilidad de encubrimiento.
También es un ejercicio de la libertad.
Allanar los territorios de la ficción no tendría completo sentido si no se pudiera publicar su resultado. Ramón Emeterio Betances, médico y escritor al igual que Chéjov y a quien se considera el Padre de la Patria Puertorriqueña, así lo dejó establecido en noviembre de 1867 en la Proclama de los Diez Mandamientos de los Hombres Libres. Un hombre tendrá derecho a la Libertad de la palabra y a la Libertad de imprenta.
Así, sin mentiras y en pleno ejercicio de la libertad, se ha publicado Cenizas en el andén, una antología que reúne a 23 autores que recrean diferentes matices de la ciudad y de quienes la habitan. Podría decirse que este libro es producto del Taller de Cuento “Ciudad de Bogotá 2008” y no se faltaría a la verdad. Si se dijera lo contrario, tampoco. La Literatura es un río que inicia y termina en muchas partes, a veces simultáneamente. En razón a los trazos de las aguas de ese río que caprichosamente decide a quién quiere en sus orillas, he asistido al proceso de gestación y edición de estas Cenizas.
La idea de esta publicación surgió en la última sesión formal del taller. Pablo Estrada la sacó del bolsillo de su chaqueta, la puso sobre la mesa y se quedó mirando a ver qué pasaba. Era un reptil recién engendrado, una pequeña sierpe que se movió entre aquel grupo de escritores en ciernes, los miró de frente, midió su temor, de soslayo se embelesó con el perfume de Lina, dudó ante la duda de Simón, jugó con la geometría de la bufanda de Filipo hasta que, perezosamente, acunó en el seno de Guillermo Zúñiga quien desde entonces se ha dedicado a su cría.
Pero como lo señalara Julio Cortázar el entusiasmo y la buena voluntad no bastan por sí solos, como tampoco basta el oficio de escritor por sí solo(1). Para que aquella idea tomara cuerpo y se convirtiera en Cenizas, fue necesario que Pablo y Guillermo se hicieran cargo del proyecto. A este grupo se unió Gabriel Umaña con unas tijeras que son las responsables de que este libro no tenga más páginas. He tenido el privilegio de acompañarles, de trabajar con ellos y de celebrar cada logro.
Los escritores, finalmente, son gente de palabra. En tres meses estuvo lista la antología. Claudia Niño le puso nombre y en una lúdica que pasó por la plástica, los extramuros del reino de Baco y el ciberespacio, se llegó al lenguaje discográfico. Así, Cenizas en el andén toma en préstamo la estructura de casete con sus lados A y B, el formato de CD con los bonus tracks, y el término one-hit wonder para caracterizar a muchos de los autores que publican por primera vez y para quienes, en el mejor de los casos, su cuento puede llegar a convertirse en su único éxito. Se niega el adjetivo “único” con un esperanzador Vol. 1 –primer volumen– que anuncia posibles réplicas. No está de más señalar el parental advisory, indicación necesaria sobre el contenido explícito de algunos de los relatos que plasman la realidad de una innominada ciudad que no permite que las palabras agoten su caudal. En cada cuento, tal y como lo pedía Chéjov, se propone una especie de ruptura de lo cotidiano que va mucho más allá de la anécdota reseñada, o por lo menos eso se ha pretendido.
Desde el primer momento el libro contó con el respaldo de Roberto Rubiano Vargas, quien por asignación del Ministerio de Cultura y la dirección de RENATA ha sido el escritor asociado al taller. Su trayectoria como cuentista y su criterio como hombre del oficio le han convertido en Invitado de honor en estas páginas.
El pintor bogotano Fernando Maldonado, quien se reconoce como náufrago del navío expresivo del siglo XX, nos cede para la carátula del libro la imagen de una de sus obras y, con esto, cerramos un proceso de edición que en todos sus momentos fue muy grato.
De los veintitrés autores, diecinueve hacen parte del taller y cuatro son invitados especiales. Carolina Cárdenas, quien asistió a algunas de las sesiones. Sergio Gama, uno de los Seis escritores en 87 calles. Carlos Ayala, co-fundador del grupo literario Las Filigranas de Perder y, finalmente, Inocencio Blucher-White, asistente al taller de RENATA en su natal Providencia, quien en una sola noche reescribió más de doce nuevas versiones de La flor de Coleridge –el texto de Borges– y redujo esta antología a un solo autor…
Sin jactancia alguna y sin humildad, a las orillas de este río ahora caudaloso, brindo por la publicación de Cenizas en el andén asumiendo la condición de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir(2).
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(1). Julio Cortázar. “Algunos aspectos del cuento”. Revista Casa de las Américas, No. 60, julio de 1970.
(2).Gabriel García Márquez. Discurso de aceptación del Premio Nobel, 1982.
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